La pandemia del COVID-19 ha traído consigo impactos sociales y económicos muy fuertes a nivel nacional, regional y mundial, ya que la política generalizada por los gobiernos ha sido la contención de la expansión del virus a través del distanciamiento social. El sector energético, ha sentido también la influencia del virus, tanto en el sector petrolero así como en el de la electricidad. Se ha evidenciado una contracción en la demanda de petróleo y derivados con una caída extrema en los precios del petróleo, así como una reducción en la demanda de electricidad en las industrias y comercios, pero con un incremento en los requerimientos de calidad en el sector residencial y de salud. De acuerdo a datos de la Agencia Internacional de Energía, países con aislamiento total, como es el caso de Ecuador, están experimentando un promedio de 25% de reducción semanal en el consumo de energía.
De acuerdo a la Organización Latinoamericana de Energía, varias medidas han sido aplicadas y reforzadas por parte del Gobierno ecuatoriano para sobrellevar la pandemia en el sector energético, como por ejemplo la suspensión de la desconexión del servicio de electricidad por falta de pago, la habilitación de canales virtuales para pago de las planillas eléctricas, la operación y monitoreo sin interrupciones de la generación, transmisión y distribución eléctrica así como en la cadena petrolera, además de la intensificación de operativos de control de precios de GLP, que garanticen el abastecimiento de este combustible, entre otros más.
Sin embargo, no solamente las medidas implementadas son importantes, sino que la pandemia nos deja conclusiones fundamentales al respecto de los planes de transición energética que tiene el Estado en la actualidad. A continuación se presentan los puntos de vista de los escritores del presente artículo en torno a las políticas que deberán reforzarse en Ecuador, en base a las experiencias que nos ha dejado el COVID-19.
Acceso a energías modernas
El acceso a la electricidad en Ecuador alcanza un 97.3%, de acuerdo al Balance Energético del Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables de Ecuador, valor que se ha mantenido constante durante los últimos 3 años. Es decir, que existe todavía un porcentaje de la población que no dispone del servicio eléctrico, fundamental para potenciar la calidad de vida de la gente. Es por esto, que la política actual debe enfocarse en el desarrollo de mecanismos sostenibles que permitan el abastecimiento de energía a estas poblaciones, en condiciones de calidad y confiabilidad en el largo plazo. Considerado que éstas generalmente están alejadas del Sistema Nacional Interconectado, contemplar a las energías renovables no convencionales, principalmente los sistemas fotovoltaicos, como principal fuente de abastecimiento, puede ser la solución más rentable.
No se debe dejar de lado otras energías que deben ser reemplazadas para alcanzar una modernidad en el consumo de energía. Casi 540 mil toneladas de leña fueron consumidas en el sector residencial en el 2018, por lo cual una de las políticas nacionales debe concentrarse en su reemplazo por tecnologías más modernas y eficientes.
Manejo adecuado de los precios de la energía
La energía eléctrica y los combustibles (GLP, gasolina y diésel) han sido históricamente subsidiados en el país. Sin embargo, este subsidio ha beneficiado en su mayoría a los estratos sociales altos. En un momento como el actual, en el que los precios del petróleo han decaído fuertemente, el Estado podría aprovechar este hecho para elaborar un plan que permita la focalización justa de los precios de la energía, contemplando la realidad social de Ecuador.
Este hecho podrá ser una de las principales acciones que soporten una decarbonización de la economía, eliminando distorsiones en el mercado energético y permitiendo alcanzar una competitividad de las energías renovables y la movilidad eléctrica. Sin embargo, este trabajo debe ser acompañado con una planificación técnica y social, que apoye a la sustitución de fuentes, como es el ejemplo de la cocción y la movilidad eléctrica, el recambio de motores industriales, el calentamiento solar térmico, entre otras alternativas sostenibles para el país.
Seguridad y calidad en el abastecimiento de energía
La infraestructura del sector eléctrico y petrolero operando en condiciones óptimas, tanto a nivel de generación, transmisión y distribución de electricidad, así como en la producción, transporte y almacenamiento de petróleo y derivados, permiten garantizar estándares de seguridad y la calidad del sistema energético nacional.
En torno a la energía eléctrica, para una sociedad cada vez más moderna como la ecuatoriana, ésta se vuelve fundamental y más aún en un momento como el de una emergencia sanitaria. Es por esto, que garantizar estándares óptimos de tiempo y número de cortes a nivel nacional, incluso en zonas alejadas, debe ser uno de los objetivos de las políticas nacionales. Para esto, la inversión en reforzamiento de redes, además de políticas de resiliencia en el transporte de energía, serán ejes de trabajo en torno al desarrollo de la infraestructura eléctrica. A parte de los grandes proyectos de generación eléctrica necesarios, la política que se implemente en torno a la generación distribuida aportará a una reducción de pérdidas así como a una disminución en la importación de combustibles fósiles al país.
Por otra parte, la pandemia ha demostrado que un abastecimiento seguro de los principales combustibles consumidos en Ecuador es vital. Por ejemplo, la gran mayoría de las familias de Ecuador aún cocinan con GLP, por lo cual la oferta de este producto, que en su mayoría es importado, debe ser garantizada. Asimismo, la gasolina y el diésel para el transporte, energéticos que también son importados en el país, deben ser garantizados, ya que éstos han permitido el abastecimiento oportuno de los productos requeridos en los hogares y en las industrias para sobrellevar la emergencia.
Energías renovables, gas natural, eficiencia energética y cambio climático
La eficiencia energética y las energías renovables, serán las principales medidas que aportarán a la lucha contra el cambio climático a nivel mundial. El COVID 19, ha mostrado que al reducirse el consumo de la energía, principalmente en el transporte, las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido de sobre manera. De acuerdo a la Agencia Internacional de Energía, las emisiones podrán reducirse en 2020 en 8%, comparado con 2019. Sin embargo, es claro que esta reducción no frenará el cambio climático, por lo cual la implementación de proyectos de generación limpia y de eficiencia energética en el consumo, permitirán reducir los impactos asociados a este fenómeno global.
El gran potencial de recursos renovables que posee Ecuador, complementado con el combustible más limpio y abundante en el planeta como es el gas natural, podrán apoyar al desarrollo energético del país. Es por esto, que la política debe enfocarse en su aprovechamiento, tanto para la generación eléctrica así como para el reemplazo progresivo de derivados de petróleo como el GLP en la cocción y calentamiento de agua, el fuel oil y el diésel en los procesos de fuerza y calor en la industria, así como la gasolina y el diésel en el transporte. Esto, de la mano con la eficiencia energética, permitirá tener una matriz energética equilibrada, que cumpla con los objetivos nacionales en torno a accesibilidad, asequibilidad y desarrollo económico.
Los planes de recuperación del sector energético ecuatoriano, aunque algo inciertos al momento debido a las características de la emergencia sanitaria, deberán contener acciones rápidas y contundentes. Esta planificación deberá realizarse de manera integral, vinculando a la energía con la sociedad y el ambiente, sin dejar de lado la importancia de la investigación, innovación y el desarrollo tecnológico en Ecuador. La pandemia del COVID-19 ha traído consigo impactos sociales y económicos muy fuertes a nivel nacional, regional y mundial, ya que la política generalizada por los gobiernos ha sido la contención de la expansión del virus a través del distanciamiento social. El sector energético, ha sentido también la influencia del virus, tanto en el sector petrolero así como en el de la electricidad. Se ha evidenciado una contracción en la demanda de petróleo y derivados con una caída extrema en los precios del petróleo, así como una reducción en la demanda de electricidad en las industrias y comercios, pero con un incremento en los requerimientos de calidad en el sector residencial y de salud. De acuerdo a datos de la Agencia Internacional de Energía, países con aislamiento total, como es el caso de Ecuador, están experimentando un promedio de 25% de reducción semanal en el consumo de energía.
De acuerdo a la Organización Latinoamericana de Energía, varias medidas han sido aplicadas y reforzadas por parte del Gobierno ecuatoriano para sobrellevar la pandemia en el sector energético, como por ejemplo la suspensión de la desconexión del servicio de electricidad por falta de pago, la habilitación de canales virtuales para pago de las planillas eléctricas, la operación y monitoreo sin interrupciones de la generación, transmisión y distribución eléctrica así como en la cadena petrolera, además de la intensificación de operativos de control de precios de GLP, que garanticen el abastecimiento de este combustible, entre otros más.
Sin embargo, no solamente las medidas implementadas son importantes, sino que la pandemia nos deja conclusiones fundamentales al respecto de los planes de transición energética que tiene el Estado en la actualidad. A continuación se presentan los puntos de vista de los escritores del presente artículo en torno a las políticas que deberán reforzarse en Ecuador, en base a las experiencias que nos ha dejado el COVID-19.
Acceso a energías modernas
El acceso a la electricidad en Ecuador alcanza un 97.3%, de acuerdo al Balance Energético del Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables de Ecuador, valor que se ha mantenido constante durante los últimos 3 años. Es decir, que existe todavía un porcentaje de la población que no dispone del servicio eléctrico, fundamental para potenciar la calidad de vida de la gente. Es por esto, que la política actual debe enfocarse en el desarrollo de mecanismos sostenibles que permitan el abastecimiento de energía a estas poblaciones, en condiciones de calidad y confiabilidad en el largo plazo. Considerado que éstas generalmente están alejadas del Sistema Nacional Interconectado, contemplar a las energías renovables no convencionales, principalmente los sistemas fotovoltaicos, como principal fuente de abastecimiento, puede ser la solución más rentable.
No se debe dejar de lado otras energías que deben ser reemplazadas para alcanzar una modernidad en el consumo de energía. Casi 540 mil toneladas de leña fueron consumidas en el sector residencial en el 2018, por lo cual una de las políticas nacionales debe concentrarse en su reemplazo por tecnologías más modernas y eficientes.
Manejo adecuado de los precios de la energía
La energía eléctrica y los combustibles (GLP, gasolina y diésel) han sido históricamente subsidiados en el país. Sin embargo, este subsidio ha beneficiado en su mayoría a los estratos sociales altos. En un momento como el actual, en el que los precios del petróleo han decaído fuertemente, el Estado podría aprovechar este hecho para elaborar un plan que permita la focalización justa de los precios de la energía, contemplando la realidad social de Ecuador.
Este hecho podrá ser una de las principales acciones que soporten una decarbonización de la economía, eliminando distorsiones en el mercado energético y permitiendo alcanzar una competitividad de las energías renovables y la movilidad eléctrica. Sin embargo, este trabajo debe ser acompañado con una planificación técnica y social, que apoye a la sustitución de fuentes, como es el ejemplo de la cocción y la movilidad eléctrica, el recambio de motores industriales, el calentamiento solar térmico, entre otras alternativas sostenibles para el país.
Seguridad y calidad en el abastecimiento de energía
La infraestructura del sector eléctrico y petrolero operando en condiciones óptimas, tanto a nivel de generación, transmisión y distribución de electricidad, así como en la producción, transporte y almacenamiento de petróleo y derivados, permiten garantizar estándares de seguridad y la calidad del sistema energético nacional.
En torno a la energía eléctrica, para una sociedad cada vez más moderna como la ecuatoriana, ésta se vuelve fundamental y más aún en un momento como el de una emergencia sanitaria. Es por esto, que garantizar estándares óptimos de tiempo y número de cortes a nivel nacional, incluso en zonas alejadas, debe ser uno de los objetivos de las políticas nacionales. Para esto, la inversión en reforzamiento de redes, además de políticas de resiliencia en el transporte de energía, serán ejes de trabajo en torno al desarrollo de la infraestructura eléctrica. A parte de los grandes proyectos de generación eléctrica necesarios, la política que se implemente en torno a la generación distribuida aportará a una reducción de pérdidas así como a una disminución en la importación de combustibles fósiles al país.
Por otra parte, la pandemia ha demostrado que un abastecimiento seguro de los principales combustibles consumidos en Ecuador es vital. Por ejemplo, la gran mayoría de las familias de Ecuador aún cocinan con GLP, por lo cual la oferta de este producto, que en su mayoría es importado, debe ser garantizada. Asimismo, la gasolina y el diésel para el transporte, energéticos que también son importados en el país, deben ser garantizados, ya que éstos han permitido el abastecimiento oportuno de los productos requeridos en los hogares y en las industrias para sobrellevar la emergencia.
Energías renovables, gas natural, eficiencia energética y cambio climático
La eficiencia energética y las energías renovables, serán las principales medidas que aportarán a la lucha contra el cambio climático a nivel mundial. El COVID 19, ha mostrado que al reducirse el consumo de la energía, principalmente en el transporte, las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido de sobre manera. De acuerdo a la Agencia Internacional de Energía, las emisiones podrán reducirse en 2020 en 8%, comparado con 2019. Sin embargo, es claro que esta reducción no frenará el cambio climático, por lo cual la implementación de proyectos de generación limpia y de eficiencia energética en el consumo, permitirán reducir los impactos asociados a este fenómeno global.
El gran potencial de recursos renovables que posee Ecuador, complementado con el combustible más limpio y abundante en el planeta como es el gas natural, podrán apoyar al desarrollo energético del país. Es por esto, que la política debe enfocarse en su aprovechamiento, tanto para la generación eléctrica así como para el reemplazo progresivo de derivados de petróleo como el GLP en la cocción y calentamiento de agua, el fuel oil y el diésel en los procesos de fuerza y calor en la industria, así como la gasolina y el diésel en el transporte. Esto, de la mano con la eficiencia energética, permitirá tener una matriz energética equilibrada, que cumpla con los objetivos nacionales en torno a accesibilidad, asequibilidad y desarrollo económico.
Los planes de recuperación del sector energético ecuatoriano, aunque algo inciertos al momento debido a las características de la emergencia sanitaria, deberán contener acciones rápidas y contundentes. Esta planificación deberá realizarse de manera integral, vinculando a la energía con la sociedad y el ambiente, sin dejar de lado la importancia de la investigación, innovación y el desarrollo tecnológico en Ecuador.
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